La hijastra admitió a su padrastro que nunca había tenido un masaje en el hombro. Je, je - Yo también corregiría ese malentendido. Quién iba a dudar de que sus manos bajaran a sus pechos. La rubia estaba sudando y su polla estaba en su boca sola. Hombre, ese padrastro era una especie de Copperfield.
Pero Julia no debería ser tan exigente con los hombres, ¡o sólo pegarás juguetes en toda tu vida! Si te dijeron que abrieras las piernas, lo hiciste. Y la boca también, para no tener que hacer cola.